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Mensaje del Hon. Ministro para el 60º aniversario de la tragedia de Marcinelle

Queridos Conciudadanos:
Quisiera expresar mi deseos de cercanía en el aniversario de la tragedia de Marcinelle del 8 de agosto de 1956. Desde el 2001 esta recurrencia ha sido proclamada como «Giornata nazionale del sacrificio del lavoro italiano nel mondo». Cada año, nuestros más sentidos pensamientos están dirigidos a todos los Italianos caídos en el trabajo y que residían en el extranjero. Queremos honrar su memoria.
El mundo de la migración, a través del coraje, el ingenio, el sacrificio, ha hecho posible en los decenios el encuentro entre personas, culturas, profesiones y naciones, como aquellas europeas, que hoy comparten el proyecto común de la integración de Europa.
Aquella tragedia, que quitó la vida a 262 mineros entre los cuales 136 italianos, contribuyó en manera determinante a la formación de una conciencia europea. Eso ocurría un año antes de la firma de los Tratados constitutivos de la Comunidad Europea, de los cuales este año hemos festejado el 60º aniversario.
Aquella Europa unida que ha podido en aquel inimaginable objetivo de mantener la paz en el continente por otro medio siglo, que ha impulsado el desarrollo de todos los Países que son miembros, y que hoy permiten a nuestros hijos de viajar y de vivir en todo el territorio del continente en condiciones bien diversas de los mineros de Marcinelle.
La tragedia de Marcinelle nos da todavía la fuerza de trabajar por una Europa más unida y solidaria, como lo habrían imaginado los padres fundadores. Una Europa que trae origen y sustancia del espíritu genuino de hermandad entre sus pueblos. Una Europa que sabe dar una respuesta común, unitaria y participativa a las grandes emergencias de nuestros días. Me refiero en particular al flujo de migrantes desesperados, que hoy como antes, caen víctimas con demasiada frecuencia.
La tragedia de Marcinelle nos lleva a reflexionar sobre el tema de trabajo bajo el perfil de la dimensión humana y social. No tenemos que olvidar jamás que el trabajo sin protección mata también allí dónde se realiza los trabajos menos peligrosos que de las vísceras de la tierra. Va defendida, porque el trabajo es sinónimo de esperanza y de futuro. Es una condición necesaria para el nacimiento de una familia y para el crecimiento individual del individuo en su relación con la comunidad.
Queridos conciudadanos, nuestro pensamiento en esta ocasión está dirigida ya sea a los pioneros de la migración, sea a sus descendientes, pero igualmente a los nuevos emigrantes, que expatrian hoy en condiciones diversas aunque, muchos de ellos, son impulsados por sus propios deseos y esperanzas. Como Fabrizia, Marco e Gloria que los hemos perdido en Berlín y en Londres, víctimas de un vil ataque terrorista, los segundos de una fatalidad que se podía evitar.
Nuestra solidaridad va también de la misma manera a los Italianos que viven en el extranjero en contextos particularmente difíciles, como en Venezuela, que seguimos con atención para contribuir con la adopción y éxito de una solución pacífica en la crisis que están viviendo.
Somos orgullosos de la contribución que se genera de todos ustedes, Italianos en el mundo, a nuestro País.
Quien ha dejado y hoy todavía deja Italia contribuye, de tantas maneras diversas, al diálogo y al reforzamiento de las relaciones con los Países de destinación, dando brillo a los valores más profundos y positivos de la italianidad. Y en tantos modos diversos contribuye al crecimiento de Italia.
Y con esta conciencia es que dirijo a ustedes mis más sinceros agradecimientos.